EL
PROCESO FORMATIVO I
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En el proceso de la vida, en lo vivo, está implícita la fuerza del amor, la relación fecunda entre los dos principios polares que posibilita la generación del universo, de la naturaleza espacio temporal en la que es posible la manifestación de la vida. Cuando hablamos del aprendizaje del amor solemos referirnos a la etapa de crianza del animal humano, a la relación primaria materno-filiar (la pareja básica que diría Casilda Rodrigáñez), pero lo cierto es que la necesidad de fusión, de encuentro, de cooperación, de galanteo, etc, lo podemos encontrar en la intimidad de la célula eucariota, donde se da la simbiosis de las mitocondrias o los cloroplastos con la propia estructura celular, estos orgánulos celulares fueron en otro tiempo entidades vivas independientes, que en la actualidad continúan portando su carga genética propia. La necesidad de encuentro y fusión fue la que indujo a la asociación de células para formar organismos mayores con mayor complejidad. La danza del galanteo y la seducción la vemos reproducirse en el encuentro entre los espermatozoides y el óvulo, y esa misma energía que lleva al encuentro y a la creación después se muestra en el animal humano, aprendiéndose a través de la relación con la madre y las principales figuras de apego y en general en la crianza. La espontaneidad primaria se mantendrá si se apoya el proceso natural en sus diferentes fases si no se dará lugar a distorsiones de la forma, lo que W Reich llamo la coraza caracterológica.
En suma nacemos para el gozo, para el placer, y el displacer o el
sufrimiento nos contrae creando limitaciones y restricciones en la forma. Como
dice S. Keleman somos bombas pulsantes, estructuras formadas por conductos
verticales que trasportan materias solidas, liquidas, gaseosas y también
energía, a lo largo de esa verticalidad se localizan segmentos horizontales,
perpendiculares a la columna vertebral (las fajas de la coraza de Reich) que
conforman diafragmas anatómicos céfalo-caudales que actúan a modo de válvulas,
facilitando el paso de los materiales o dificultándolo si tienen restricciones.
Sobre estos diafragmas se localizan los centros energéticos tradicionales
(chacras hindúes).
Las fuerzas que envuelven el galanteo y la concepción son importantes a la
hora de calibrar la carga energética que portará el embrión, por eso el brujo
yaqui D Juan (Carlos Castaneda) dice que “la cogida”, el acto sexual en sí, es
fundamental para entender el potencial de un ser humano.
A. LOS TIPOS
CONSTITUCIONALES
Desde el principio nuestra biología nos condiciona, la carga hereditaria
influye en el desarrollo de las tres capas embriológicas y ya cada animal
humano tiene una ciertas potencialidades dependiendo de la capa embriológica
que predomine en él. Normalmente siempre hay una o dos capas que nos
caracterizan y explican nuestras tendencias naturales y espontaneas, si nos
dejaran ser.
La tipología constitucional en base a las hojas embrionarias se basa en los
tres somatotipos que formuló el precursor de la tipología constitucional,
William Sheldon, el siglo pasado y que retoma
Stanley Keleman en sus estudios
de la anatomía emocional y en su práctica terapéutica desde la perspectiva de
la psicología somática:
1.
Ectomorfo,
cerebrotonico o cleptosómico.
2.
Mesomorfo,
somatotónico o atlético.
3.
Endomorfo,
viscerotónico o pícnico.
2.
Mesomorfo
3. Endomorfo
Aunque ninguna de estas constituciones es pura, son las tres que se dan y
tod@s nacemos con una predisposición genética hacia alguna de ellas. Sepámoslo
o no, cada un@ de nosotr@s tiene una cierta predisposición somática. Así pues,
casa persona, mantiene una triple conversación a un nivel fundamental: ¿Debo percibir y reunir
información, debo esperar a digerirla, o debo empezar a actuar inmediatamente?,
¿Resuelvo un problema por medio de la actividad, la absorción o la paciencia?
El tipo corporal es una señal de la herencia constitucional y nos
proporciona la condición profunda de nuestra manera de pensar, aunque no nos
demos cuenta de ello. Los tipos constitucionales ecto, meso y endo tienen un
código interno que los mueve en cierta dirección vital. Generalmente el tipo
constitucional de l@s p/madres se refleja en sus hij@s. Algun@s hij@s, sin
embargo, aprenden a actuar como el tipo constitucional de sus p/madres, aunque
ell@s no poseen estas características. El factor definitorio no es tipo corporal de lo/as p/madres, sino
el comportamiento exigido en la familia.
Cuando se piensa en términos de tipo constitucional se deben evitar los
estereotipos habituales, como la idea de que los machos son enérgicos
(mesomórfos) y las hembras receptivas (endomórfas)
El tipo constitucional afecta a la forma de expresar y recibir amor, pero
también nos afecta el tipo de cuidado y atención que vivimos durante las etapas
del crecimiento. Las alteraciones del pulso amoroso en cualquiera de las etapas
causan las pasiones y adicciones que persiguen a quienes no son amad@s o lo son
incorrectamente. El tipo constitucional determina lo que un/a niñ@ busca cuando crece. Se pueden dar
situaciones contradictorias como las siguientes:
- A un/a ectomorf@ que busca soledad e introspección se le puede ofrecer estar con los demás o actividad.
- A un/a endomorf@, que necesita estar con los demás, le piden que este solo o que salga a hacer un deporte.
- Al/la mesomorf@ que necesita una confrontación de fuerzas, le dan paz familiar o por el contrario aislamiento.
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